
En nuestro país caemos muchas veces en la figura que los romanos denominaban «damnatio memoriae», y que consiste en olvidar los hechos positivos de las personas ya fallecidas, de suerte que no quede ni memoria de ellas. Es la envidia carpetovetónica elevada a la enésima potencia, en esta piel de toro en la que vivimos. Hoy cumple hacer justicia a uno de los médicos, exiliados a causa de la guerra civil, que contribuyó en gran medida al auge de nuestra sanidad actual. Se trata de Juan Planelles Ripoll, nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) en abril de 1900, hijo de un médico militar destinado en esta ciudad en el Regimiento Villavicencio.
En el Reino Unido se aprobó a principios de año la denominada «reproducción mitocondrial» o «reemplazo mitocondrial», que utiliza un óvulo con mitocondrias sanas, provenientes de una donante distinta de la madre, a la que se le extraería el núcleo para sustituirlo por el óvulo fecundado de los padres naturales, naciendo un nuevo ser que poseería un 99,8% de ADN de éstos y un 0,2% de la mujer donante.