Asociación en la titularidad y para la gestión de una oficina de farmacia (I)

No solo la dificultad para encontrar financiación que se está viviendo en los últimos tiempos, sino la creciente sofisticación que caracteriza la gestión de una oficina de farmacia, vienen impulsando cada vez más a numerosos licenciados, tanto instalados como sin oficina de farmacia, a considerar la posibilidad de asociarse con otros compañeros para adquirir y gestionar una oficina de farmacia.

Félix Ángel Fernández Lucas

Félix Ángel Fernández Lucas

Abogado. Subdirector general de Farmaconsulting Transacciones, S.L. felix.fernandez@farmaconsulting.es

A pesar de la arraigada tendencia hacia el individualismo que ha venido caracterizando el ejercicio, no solo de la actividad farmacéutica, sino de prácticamente cualquier sector en nuestro país, es aconsejable considerar detenidamente varias circunstancias que, quizá, nos hagan ver esta opción mucho más interesante.

Precio

El precio de la oficina de farmacia, con toda probabilidad, será menor. Si aceptamos la notable influencia que tiene el volumen de compradores potenciales sobre el precio de cada operación, entenderemos fácilmente que farmacias más grandes y, por lo tanto, con menor número de candidatos potenciales en la composición de su demanda, tendrán un precio más ajustado y, por lo tanto, proporcionalmente a la cuota de facturación que correspondería a cada socio, el precio será más ventajoso que si optamos a una oficina de farmacia con facturación equivalente a esa hipotética cuota de cada comprador.

Gastos

Los gastos de seguridad social se reducen, puesto que el coste de un autónomo es considerablemente menor que el del Régimen General de la Seguridad Social; y no digamos si el contratado tuviera cotización de licenciado, en cuyo caso la diferencia sería mucho mayor.

Un caso destacado es el de oficinas de farmacia con horario ampliado. Hay numerosos casos en los que los costes que supone la contratación del número de licenciados que exija el horario elegido disuaden al titular de intentar siquiera esta maniobra; sin embargo, la oficina de farmacia gestionada en sociedad cuenta, de partida, con parte, sino la totalidad, del problema resuelto, al contar ya con más de un licenciado.

Organización de los horarios

La organización de los horarios es más sencilla, y el hecho de contar con más de un licenciado titular asegura la presencia de un farmacéutico durante mayor franja horaria que en el caso de compra en solitario

Además de fomentar el autoempleo, la opción de la sociedad también facilita la creación de empleo, puesto que es mucho más probable que dos o más titulares puedan permitirse contratar ayudantes, que en el caso de una oficina de farmacia unipersonal.

Distribución de funciones

La célebre frase «¡no puedo estar en todas partes!» tiene su alternativa en una compartimentación de las funciones, que pueden decidir los copropietarios: selección y formación de personal, atención a proveedores de mercaderías, procedimientos y calidad, entre otras muchas secciones posibles, adquirirán probablemente mayores cotas de eficacia si al frente está un farmacéutico que no tiene que prestar una atención principal a todos los demás asuntos.

Ubicación de la oficina de farmacia

Aunque, como en los demás apartados, el volumen de la oficina de farmacia no es definitivamente determinante de cada situación, lo cierto es que una oficina de farmacia de gran volumen se ubicará más probablemente en un núcleo de población importante, presumiblemente con mayores y mejores servicios, con mayor facilidad para estar en contacto con otros profesionales, y con las instituciones; quizá con la universidad, y con mejor acceso a formación de posgrado.

Acceso a inversiones

Si nos hemos asociado, seguramente tendremos una oficina de farmacia de gran volumen en cuanto a facturación, lo que, unido a la mayor rentabilidad por la limitación en los gastos, nos permite ejecutar inversiones que, en solitario, son claramente más difíciles de afrontar.

Como ejemplo destacado podemos acudir a las reformas, renovación de mobiliario o adquisición de maquinaria. Estos apartados pondrán de manifiesto unas serias diferencias entre la farmacia en sociedad y la individual; y no solo en la calidad o importe de las inversiones, sino que, a menudo, sobre la propia decisión de llevar a cabo, o no, cualquier proyecto.

Propiamente, no podemos señalar qué aspectos pueden destacar en contra de la sociedad, puesto que, en definitiva, su apreciación depende de la subjetividad de cada uno. No obstante, sí es recomendable prever algunas circunstancias que harán la convivencia más cómoda.

Así, podemos destacar la elaboración de un reglamento interno de gestión y funcionamiento, que complemente a las normas o estatutos sociales y, en estas últimas, habría que incluir una previsión especial para la regulación de la futura transmisión de la oficina de farmacia o participaciones en la misma.

Esta consideración, junto con algún comentario respecto a las opciones y requerimientos documentales, serán el contenido del siguiente artículo de esta serie.

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