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  • Tradición y plagio

«Todo lo que no es tradición es plagio.» En la fachada del Casón del Buen Retiro de Madrid, se reproduce esta frase de Eugenio D´Ors, escrita inicialmente en catalán, para indicar que, sin contar con la tradición, no cabe la verdadera originalidad («Fora de la tradició, cap veritable originalitat»). Ahora que nos hemos visto tan agitados por los plagios en el mundo académico, puede ser oportuno recuperar el glosario y la figura del filósofo barcelonés.

Entiendo que la frase, por sí misma un tanto enigmática, quiere decir que no se crea lo nuevo si no es a partir de lo que se recibe. La tradición es una memoria colectiva que se entrega de unas generaciones a otras en la sucesión del tiempo, y la cultura es un bosque muy extenso que nadie es capaz de abarcar del todo.

¿Y el plagio? Esa palabra perturbadora cabe definirla en sentido estricto cuando alguien se apodera de obras ajenas y las da como propias. Carlos Bousoño recuperó una frase de novela negra que sorprendía: «el plagio es legítimo cuando va seguido de asesinato», es decir, no el plagio sino la imitación es legítima cuando obras de mayor valía anulan a otras inferiores a ellas que les precedieron. Antes de Lope estaban los prelopistas, y antes de Bécquer otros autores menores usaron formas y contenidos semejantes a los suyos.

Ocurre que a la primera persona que adopta un molde expresivo anterior se le declara imitador y es juzgado en consecuencia, pero al cabo del tiempo si otros muchos siguen el mismo camino no obtienen el descrédito, sino que se les acepta como seguidores de una tradición bien establecida y reconocible. Naturalmente, es necesario que aporten alguna originalidad. Así son los movimientos artísticos hasta que se agotan.

El ingenio ha estado siempre ahí, al alcance de quien se aproxime a él y lo estudie. Góngora compuso una letrilla que se hizo enormemente popular y que tenía un estribillo biforme que se alternaba de esta manera: «Bien puede ser/No puede ser».

Escritores reconocidos y poetas anónimos le fueron añadiendo estrofas con mayor o menor acierto. Un siglo más tarde, la imitó Cadalso con el estribillo «Ya lo veo/No lo veo», y todavía en el XIX, Juan Martínez Villergas se inspiró en el modelo usando las expresiones «Es novedad/No es novedad». Vayamos a Góngora con las citas referentes a la apropiación intelectual:

«Que acuda a tiempo un galán / con un dicho y un refrán / bien puede ser, / mas que entendamos por ello / que en floresta no está impreso / no puede ser.
Que sea el Padre Presentado / predicador afamado / bien puede ser, / mas que muchos puntos buenos / no sean estudios ajenos / no puede ser.»

Seguramente, ni el galán ni el predicador pretendían mostrarse originales, pero si dejamos de creer en la autenticidad de lo que se nos comunica es porque no nos parece genuino, ni sincero, y porque conocemos de antemano la dificultad de ser creativos. Quien no haya reproducido alguna vez un párrafo ajeno sin desvelar la fuente que tire la primera piedra. Ser escrupuloso con las citas nos conduciría por otra parte a perpetrar textos engorrosos e ilegibles, pero creo que no es difícil darse cuenta cuándo se produce un abuso, un verdadero plagio y, sobre todo, considerar en qué lugar se produce: alguien que se viste descaradamente con plumas ajenas y se aprovecha de las ideas originales de otro. «¡Hasta la sabiduría vende la Universidad!»

La urgencia de presentar trabajos contrarreloj, de rellenar páginas o de construir un currículo en poco tiempo, está en la raíz de muchos males que nos aquejan, bien puede ser.

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