
El Farmacéutico
Artículos de la revistaNúmero 450 - 15 marzo 2011
Aunque entrecomilladas, no son frases sacadas de ninguna declaración, ni de ningún estudio publicado, pero pueden ser perfectamente frases construidas a partir de multitud de conversaciones entre farmacéuticos que están inquietos por su futuro, que revelan claramente cuales son sus preocupaciones y donde se encuentran sus intereses. Pero que también demuestran la avalancha de amenazas que ven asomar por el horizonte y que urgentemente deben intentar desactivar.
Sin embargo, a menudo se corre el riesgo de creer que lo urgente es lo importante, lo que proporciona una buena excusa para esquivar la reflexión y el debate sobre los eternos temas. Posiblemente es comprensible, pero no por ello debería ser aconsejable, tener pereza de replantear, una vez más las viejas –no por eso desechables– preguntas: ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde queremos ir?
Dedicar algún tiempo y alguna energía, aunque parezca pasado de moda, en intentar responderlas no debería desdeñarse.
Puede parecer más propio, más moderno, más acorde con los tiempos que corren, reflexionar sobre nuestro futuro en un mundo global o sobre la influencia de las nuevas tecnologías en el mercado de la farmacia, o sobre las nuevas técnicas de fidelización de clientes, o cómo puede aumentar nuestros ratios de rentabilidad la robotización de la farmacia, pero lo cierto es que lo cortés no quita lo valiente y como nos dice Raimon: «Quien pierde los orígenes pierde la identidad», y sin identidad no existe otro futuro que una lenta disolución en el inmenso océano de lo que no tiene marca, en el marasmo de las «commodities». Allí donde lo único que importa es el precio. Y la experiencia nos dice que siempre existe alguien más barato.
Confío que en esa cascada incontrolada de programas, en esa verborrea de palabras e imágenes, algo encontraré. Los primeros diez días de búsqueda han resultado estériles y lo achaco a que el aparato no es de última generación, no es full HD y 3D. Esa insuficiencia tecnológica podría servir como la excusa que necesito para justificar el desembolso, seguramente innecesario, que significará colgar una de esas maravillas tecnológicas en la pared del salón. Aunque ese impulso irrefrenable por las pantallas planas también podría tratarse de la necesidad de compensar la frustración por aquel juguete deseado que nunca llegó.
¿Todo viene de entonces? De aquel día de Reyes, ya lejano pero no olvidado, en el que después de arrancar con ilusión el papel de estrellas plateadas y renos voladores sucedió que el juego esperado tantos meses era defectuoso. Carecía de las bolas de acero necesarias para funcionar. Los Reyes, según me contaron unos años después sus delegados, no fueron capaces de encontrar en ningún comercio otro en buen estado porque estaba agotado y ni siquiera unas bolas sueltas para poder aprovechar el defectuoso que me habían traído. Me compensaron con algún juguete que no recuerdo.
Sea la que sea la verdadera motivación, alguna de las apuntadas o cualquier otra, y aprovechando estos días de despilfarro consumista que son las rebajas, y utilizando también, como justificación formal, mi preocupante ausencia de ideas, he adquirido una de esas maravillas de la tecnología que me permiten sentar en el salón de casa al gigante azul de Avatar o al ogro verde Shreck.
Después de la primera semana que he dedicado a interpretar el librito de instrucciones y a visitar la página web de la marca de televisores para poder utilizar, al menos, las funciones básicas del artilugio, casi no he encontrado nada que me interese de la programación, aparte de los partidos del Barça, de los de la NBA en las noches de insomnio y de alguna persona entrevistada que, heroicamente, logra matizar sus respuestas pese a la exigencia por la simplificación que exige el medio televisivo.
Este domingo, aunque ayer salimos a cenar y llegamos tarde a casa, me he despertado con la luz tímida que, antes de las ocho, se colaba por las rendijas de la persiana. A esa hora la programación es bastante espartana, carece del barroquismo de la madrugada. Se agradece, y además un empacho de ordinarieces podría estropear el desayuno dominical que me he preparado.
Uno de los placeres de esos programas documentales sobre el mundo de la naturaleza es la voz del narrador. Casi siempre es tranquila, sin estridencias. Escuchar su cadencia pausada es como leer una de esas largas descripciones minuciosas que te van paseando sin prisa por un paisaje. Palabras que te acarician y te cogen de la mano para llevarte sin obligarte.
El paseo dominical de hoy me ha llevado a los estanques repletos de carpas de alguna zona, no he puesto suficiente atención para saber concretamente dónde, de Gran Bretaña. Estanques de agua dulce en los que un pez poco exigente como la carpa se desarrolla con facilidad y que con el cuidado de los piscicultores de la zona que regulan sus ciclos vitales mantienen ese pequeño universo acuático saludable y próspero. Una pequeña dosis de optimismo apacible y tranquilo para un domingo para el que espero lo mismo.
¡Qué sencillo! ¿No? Pues, no. No voy a poder escribir de tranquilidad en el sector. Las dosis no van a ser tranquilas.
(Mira por dónde al final la tele me va a servir para escribir algo sobre la actualidad que nos espera)
Lo que parecía una idea peregrina, una medida anunciada hace meses que prometía un desmesurado ahorro ¿trescientos millones de euros, recuerdan?, la implantación de la dosis unitaria en España, se ha hecho realidad como por arte de birlibirloque. Una realidad que confieso que me ha provocado una especie de nudo intelectual. Perplejo me he quedado.
Ni me cuadran los números, parece ahora que el ahorro previsto es de cincuenta veces menos que el anunciado a bombo y platillo, ni se ha previsto tampoco, seguramente como consecuencia de no haber dialogado con los que realmente saben de eso que son los farmacéuticos de oficina, los procesos administrativos que comporta la facturación de esos peculiares envases. Ahora, el discurso ya no se centra en el ahorro y se apela al efecto positivo en la concienciación del ciudadano de la necesidad de la racionalización. No creo tampoco que para eso sirva la medida.
Gobernar también es priorizar. ¿Realmente es prioritario en un mercado de precios subterráneos, con crecimientos interanuales negativos, con un mercado de medicamentos no financiados en recesión por no poder competir con los precios de derribo de sus homónimos financiados, implantar esta medida? ¿Es el momento de priorizar acciones en un sector del medicamento en el que la factura decrece y continuará decreciendo, cuando el crecimiento de la medicación en el ámbito hospitalario crece a ritmos superiores al 10%?
Como farmacéutico no puedo estar en contra, ni lo estoy, de un concepto básico: el medicamento no es un producto de consumo y debe tomarse exclusivamente cuando se necesita. Como ciudadano integrante de una sociedad en la que el mantenimiento y la sostenibilidad de un sistema sanitario público es un principio irrenunciable, comparto la voluntad de la Administración por buscar la máxima eficiencia, pero creo que ha errado en su decisión de implantar esta medida. Por ineficaz, por inoportuna, por improvisada, por demagógica, por inviable.
Aunque también creo que no merece muchos más comentarios. Creo, por todo lo que he dicho, que acabará siendo una anécdota desafortunada en la historia de las medidas que afectan al mercado español del medicamento financiado por el sistema sanitario público. Lo que es preocupante es que los famosos efectos colaterales nocivos que lleva aparejados una medida como ésta los acabaremos sufriendo los farmacéuticos.
Gases abdominales
Los gases acumulados en exceso en la zona abdominal pueden producir molestias importantes en el paciente. Hacen que se sienta hinchado, apretado. Pueden ser de origen gástrico o intestinal. Cuando el origen es gástrico se eliminan por la boca en forma de eructos, y cuando es intestinal se eliminan por vía anal (flatulencia).
Para cumplir con nuestro objetivo de mejora del control de la diabetes, se comunica a los diabéticos que son habituales en nuestra farmacia si desean participar en una intervención sanitaria de la que pueden salir beneficiados; aceptan la propuesta una gran parte de los pacientes. Antes del inicio de la intervención farmacéutica se cita a los pacientes una vez al mes durante 3 meses, con el fin de ir tomando los datos necesarios para iniciar el estudio, pero sin que se haga ningún tipo de acción. Como al analizar inicialmente el problema se habían obtenido datos del cumplimiento, un farmacéutico comparó dichos datos con los observados al cabo de estos tres meses, pero antes de iniciar el estudio. Aunque pudiera parecer extraño, existiría una gran probabilidad de hallar una mejoría en el grado de cumplimiento terapéutico ¡sin que realmente hayamos iniciado la intervención!
¿Qué puede haber ocurrido?
En los primeros años del pasado s. XX, unos investigadores decidieron evaluar una hipótesis de trabajo: los trabajadores podrían rendir más en su trabajo si se les proporciona un buen nivel de iluminación. Para evaluar aquélla, en la planta Hawthorne de la Western Electric, de Chicago, comunicaron a un grupo de trabajadores que se estudiaría en ellos la productividad en función de la luminosidad del lugar de trabajo. A continuación se llevó a algunos a una sala en donde se aumentó ligeramente la luminosidad, obteniéndose una mejora en la productividad; si posteriormente se mejoraban más las condiciones de luminosidad, se observaba asimismo una mejora correspondiente en la productividad de los trabajadores.
Estos hallazgos confirmarían la hipótesis inicial: mejorando la condición de luminosidad se mejoraba la productividad. Sin embargo, en uno de los experimentos se redujo la potencia lumínica, esperando que disminuyera la productividad y reafirmando la hipótesis descrita. Pero los investigadores observaron que la productividad aumentaba también. Finalmente, el experimento ofreció unos resultados aún más desconcertantes. Cuando se estudió la productividad en un grupo al que no se le había variado la potencia lumínica, ¡el resultado también mejoró! Con posterioridad se realizaron otros cambios en diversas variables que se pensó que podrían influir en el resultado, pues parecía obvio que las modificaciones en el resultado final de la productividad no procedían de la variación de la luminosidad. Por último, Elton Mayo y unos colaboradores de la Universidad de Harvard concluyeron que los empleados pondrían más interés en su trabajo si la gerencia se interesaba por su bienestar y se les prestaba especial atención. ¡Aunque no se haga nada más! Este fenómeno se ha denominado efecto Hawthorne1.
¿Puede ocurrir un efecto Hawthorne en el estudio de una intervención?
Torres et al2 evalúan una intervención llevada a cabo en farmacias comunitarias en hipertensos no controlados con el objetivo de mejorar su grado de control de la presión arterial. Una parte de los pacientes se asignaron a un grupo en el que se implementó una intervención farmacéutica mientras que a otro grupo de pacientes se les trató de la manera habitual, sin ninguna intervención añadida. No obstante, los pacientes de este último grupo redujeron en 11 mmHg su presión sistólica a los 3 meses y en 15 mmHg a los 6 meses, aunque fueron tratados de la manera que era habitual.
Sin embargo, aunque no se implementó ninguna intervención, los pacientes sí percibieron que había una diferencia notable respecto de cómo habían sido tratados hasta ese momento: sabían que estaban siendo observados y que sus farmacéuticos les estaban prestando una atención especial. Muy probablemente, ese hecho fue suficiente para que su cumplimiento aumentara y se tradujera en un mayor control de su hipertensión. Asimismo, en el grupo en el que se implementa la intervención, se tendrá muy en cuenta que todo el resultado no puede ser una consecuencia de dicha intervención. Una porción notable de la misma se asociaría con diversas variables que no estamos controlando, como, por ejemplo, la atención que se les presta en el estudio, la cual es suficiente, por sí misma, para producir resultados satisfactorios.
¿Cualquier resultado es consecuencia de una intervención?
Se desprende de la argumentación anterior que precisamos de dos grupos de personas cuando se pretende evaluar una intervención, pues hemos visto que no puede atribuirse todo el resultado a la acción que se haga. Este es el razonamiento por el cual no es válido un estudio que posea tan sólo un grupo, el de intervención, sino que se precisa de otro «neutro», en el que no se lleva a cabo dicha acción, para comparar posteriormente los resultados. Este segundo grupo se denomina de control y ello da lugar a los experimentos controlados. Entonces, realizando una evaluación con dos grupos se podrá estar más seguro de las conclusiones finales.
Ahora bien, no es suficiente con dividir a los pacientes en dos grupos exclusivamente. Por ello, a la pregunta de esta parte del tema podríamos responder que cualquier resultado es consecuencia de una intervención si absolutamente todas las demás variables son idénticas. Para tener más seguridad sobre la similitud de variables entre los dos grupos, dejando como única diferencia la aplicación o no de la intervención, se procederá a asignar a los pacientes a uno u otro grupo de una forma totalmente debida al azar. En el próximo tema se analizará más detalladamente cómo se efectúa dicha distribución aleatoria.
¿Existen más efectos a tener en cuenta?
Además de la mejoría producida por el simple hecho de que el paciente se siente observado, o efecto Hawthorne, existen otros hechos que deberemos cuidar pues pueden provocar una alteración del resultado de una intervención, sin que ésta sea responsable totalmente de aquél. El curso natural de la enfermedad crónica –que presenta frecuentemente mejorías y empeoramientos de forma cíclica– o el efecto de regresión a la media –por el que pacientes que presentan valores extremos de alguna variable tienden a acercarse en una medida posterior a otros más próximos a la media– o incluso la realización involuntaria de acciones no esperadas –que alteran el resultado final– son circunstancias que producirán una influencia que puede llegar a ser significativa. Por todo ello, si no tenemos en cuenta la aparición de cualquiera de estos efectos, se podría concluir que el resultado final ha sido consecuencia de la intervención llevada a cabo... sin que ésta haya sido responsable más que de una parte del mismo3.
Conclusión
Debido a la existencia de circunstancias o variables no controladas, que pueden modificar el resultado final de una intervención farmacéutica, se hace imprescindible la inclusión de un grupo control de comparación. Así, y sólo así, se puede concluir que el resultado final obtenido podría ser consecuencia directa de dicha observación. Para poder finalmente confirmar tal aseveración, la asignación de los pacientes a los grupos de intervención o control deberá ser de forma totalmente aleatoria, con el fin de asegurar que dichas circunstancias o variables no controladas se reparten por igual en ambos grupos. En este caso, tan importante como dicha asignación por azar será la inclusión de un número mínimo de pacientes a cada grupo, el conocido tamaño de la muestra a estudiar, aspectos que se analizarán en temas posteriores. j
Bibliografía
1. Carné X. Uso de placebos en ensayos clínicos. En: Bioética. Investigación biomédica. Disponible en: www.bioeticanet.info/investigacion/placebo-XCarne.pdf [accedido: enero de 2011]
2. Torres A, Fité B, Gascón P, Barau M, Guayta R, Estrada M et al. Efectividad de un programa de atención farmacéutica en la mejora del control de la presión arterial en pacientes hipertensos mal controlados. Estudio PressFarm. Hipertens riesgo vasc. 2010;27(1):13-22
3. Pérez G, Morer A, Martín R. El efecto placebo. Jano. 2003;59(1459):105-9
Estudio PressFarm
El estudio PressFarm evalúa la eficacia de una intervención farmacéutica en hipertensos con mal control de la presión arterial. Si dicha intervención se hubiera realizado en un grupo único de pacientes, similar al grupo en que se llevó realmente, el resultado obtenido habría sido (según se muestra en el estudio) de una reducción media de la presión arterial sistólica (PAS) de 20,95 mmHg a los 6 meses, pudiendo concluirse que dicha acción fue un éxito innegable. Pero el tema desarrollado da pistas para concluir que dicha reducción no pudo ser atribuible a la intervención realizada.
Posiblemente, los pacientes, al sentirse analizados mejorarían el cumplimiento terapéutico tanto farmacológico como de estilo de vida, aumentando la adherencia a sus prescripciones de medicamentos, así como incrementando el ejercicio físico o reduciendo la ingesta calórica, etc. También es posible que los pacientes que presentaban los mayores valores de PAS en el momento del inicio, por un mecanismo compensador natural de regresión a la media, aproximaran dichos valores en mediciones posteriores, siendo todas estas modificaciones totalmente independientes de la intervención efectuada.
La puesta en marcha de un grupo control, en el que no se efectúa ninguna intervención nos da pistas al respecto. Este grupo, en el que recordemos que no se hizo nada, redujo su PAS en un valor medio de 14,7 mmHg, es decir, mejoró. Y ello se debió a diversas circunstancias, como las apuntadas como posibles, pero no a la intervención. La diferencia de 6,25 mmHg entre los resultados de ambos grupos es un reflejo más real de la verdadera acción atribuible a la intervención. Obsérvese entonces la diferente conclusión extraída sobre la reducción de la PAS si se incluye (6,25 mmHg) o no (20,95 mmHg) un grupo control en el estudio de una intervención farmacéutica.
Las uñas pueden mostrar una gran variedad de alteraciones patológicas, algunas de ellas reflejo de enfermedades internas. Las onicomicosis son la patología ungueal por excelencia; sin embargo, hay también un gran número de alteraciones de origen diverso que, además del trastorno físico, generan un importante impacto psicosocial, aspecto no siempre suficientemente tenido en cuenta.
La piel no es simplemente una capa que recubre el cuerpo, es un órgano imprescindible para la vida, un tejido que se interpone entre el medio ambiente y el organismo. En el adulto, la superficie total ronda unos 18.000 cm2, y llega a pesar unos 5 kg en el hombre.
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Compositor: Gaetano Donizetti (1797-1848). Intérpretes: Pratt, Bailey, Senn, Taormina, Tirotta, Cortellazzi, Jun Lim, Min Park. Orchestra e Coro Della Academia del Teatro alla Scala. Director: Marco Guidarini. Dirección escénica: Antonio Albanese. Decorados: Leila Fteita. Vestuario: Elisabetta Gabbioneta. 1 DVD BelAir, ref. BAC 063
La recuperación de esta ópera, en una genial versión de 2009 en el Teatro emblemático de La Scala de Milán, reafirma la convicción de que toda la producción de Donizetti, tiene un valor artístico-musical que nunca defrauda. Esta producción es un auténtico prodigio de expresividad, con unos cantantes, voces excelentes pese a no ser primeras figuras, que se meten en la piel de unos personajes con múltiples facetas que van del dramma giocoso, al lirismo más inspirado. Marco Guidarini dirige a cantantes y orquesta con inteligencia y una gran dosis de sensibilidad; su agilidad en la variación de los tempi da una viveza a la obra que permite saborear la magia de la música de Donizetti. Y para completar los valores de esta función, el tratamiento escénico, vestuario y decorados poseen una gran fuerza comunicativa y resaltan con ingenio los continuos cambios de ritmo. Las abundantes escenas de conjunto son una ocasión de lucimiento para la dirección escénica y los artistas que en conjunto diseñan una obra maestra.
Compositor: Carl Maria von Weber (1786-1826). Intérpretes: Margiono, Ritterbusch, Domen, Silvasti Rauch, Koerbl. Philharmonisches Staatsorchester München. Director: Ingo Metzmacher. Regia escénica: Peter Konwitschny. Decorados y vestuario: Gabriele Koerbl. 1 DVD ARTHAUS MUSIK, ref 100 106.
Con esta ópera estrenada en 1821, Weber sienta las bases del romanticismo germánico con un estilo en el que se liberan las formas tradicionales basadas en la alternancia de arias, dúos y recitativos. Weber intercala pasajes en los que combina melodrama, texto hablado y orquesta; la escena del Valle del Lobo en la que se describe un efecto lúgubre, y la que cierra el segundo acto son buenos ejemplos de este nuevo concepto avanzado para la época de su estreno. Peter Konwitschny hace una lectura brillante de esta historia del bien contra el mal con la complicidad de una iluminación muy efectista y una alternancia de recursos escénicos y decorados sencillos o complejos pero siempre expresivos. Entre los cantantes hay que destacar por encima de todos a Charlotte Margiono, que exhibe un enorme potencial como soprano dramática en el papel de Agatha. Albert Dohmen, impresionante Kaspar tanto por su extraordinaria voz de bajo-barítono como por su teatralidad. Excelente la Ännchen de Sabine Ritterbusch, en un reparto en el que el tenor Jorma Silvasti (no Poul Elming como dice el libreto) quizá sea el punto más débil.
Mario Vargas Llosa
Santillana Ediciones Generales
Madrid, 2010
La aventura que narra esta novela empieza en el Congo en 1903 y termina en una cárcel de Londres, una mañana de 1916.
Aquí se cuenta la peripecia vital de un hombre de leyenda: el irlandés Roger Casement. Héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral, su figura múltiple se apaga y renace tras su muerte.
Casement fue uno de los primeros europeos en denunciar los horrores del colonialismo. De sus viajes al Congo Belga y a la Amazonía sudamericana quedaron dos informes memorables que conmocionaron a la sociedad de su tiempo. Estos dos viajes y lo que allí vio cambiarían a Casement para siempre, haciéndole emprender otra travesía, en este caso intelectual y cívica, tanto o más devastadora. La que lo llevó a enfrentarse a una Inglaterra a la que admiraba y a militar activamente en la causa del nacionalismo irlandés.
También en la intimidad, Roger Casement fue un personaje múltiple: la publicación de fragmentos de unos diarios, de veracidad dudosa, en los últimos días de su vida, airearon unas escabrosas aventuras sexuales que le valieron el desprecio de muchos compatriotas.
El sueño del celta describe una aventura existencial, en la que la oscuridad del alma humana aparece en su estado más puro y, por tanto, más enfangado. Una novela mayor del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa.
Manual de farmacología. Guía para el uso racional del medicamento
Alicia C. López Castellano, Lucrecia Moreno Royo, Victoria Villagrasa Sebastián
Elsevier
Barcelona, 2010
Segunda edición del Manual de Farmacología. Guía para el uso racional del medicamento, una obra que se presenta como un recurso fundamental, tanto para los farmacéuticos comunitarios como de atención primaria, para adquirir los conocimientos fármaco-terapéuticos necesarios para desarrollar su labor asistencial de una manera eficaz.
Además de una actualización farmacoterapéutica de todos los capítulos del libro y una revisión y ampliación de la atención farmacéutica, la principal novedad de esta edición es la inclusión de dos nuevos capítulos que abordan el tratamiento farmacológico de trastornos neurológicos tan importantes como el Parkinson y el Alzheimer.
Historias de la palma de la mano
Yasunari Kawabata
Editorial Planeta
Barcelona, 2011
«Muchos escritores en su juventud escriben poesía: yo, en lugar de poesía, escribí los relatos que caben en la palma de una mano. Entre ellos hay piezas irracionalmente construidas, pero hay otras que fluyeron naturalmente de mi pluma, con espontaneidad... El espíritu poético de mi juventud vive en ellos.»
El Premio Nobel de Literatura de 1968, Yasunari Kawabata, escribió, entre los años 1921 y 1972, ciento cuarenta y seis brevísimos relatos a los que denominó «relatos que caben en la palma de la mano», y con esa descripción creaba un género personal.
La presente edición es una selección de setenta de estos relatos, a través de los cuales el autor vuelve a sumergirnos en una atmósfera en la que conviven la soledad, el amor y la muerte.
Historias de la palma de la mano contiene toda la esencia de la obra de uno de los más grandes talentos literarios del siglo XX.
Juan José Millás
Editorial Seix Barral
Barcelona, 2010
La rutina diaria de un profesor universitario se ve perturbada por la irrupción de perfectas réplicas humanas en miniatura que se mueven con soltura por el mundo de los hombres. Un día, uno de estos hombrecillos, creado a su imagen y semejanza, establece una conexión especial con él y convierte en realidad sus deseos más inconfesables mientras pone a prueba su paciencia.
En este libro, el catedrático narra el último de estos encuentros secretos, que resulta también el más intenso y peligroso, pues además de averiguar dónde viven, qué costumbres tienen y cómo se reproducen estos hombrecillos, interviene en su pequeño mundo mientras la vida sin inhibiciones convierte el suyo en una verdadera pesadilla.
Galardonado en 2008 con el Premio Nacional de Narrativa, Millás ha escrito una novela capaz de hacernos ver el mundo desde perspectivas asombrosas, una fábula que difumina las fronteras entre delirio y realidad. Piénselo por un segundo: ¿soportaría ver cumplidos todos sus deseos?
Fernando J. López del Oso
Editorial Planeta
Barcelona, 2011
Mario Yerro, el director ejecutivo de la BAUN, una nueva agencia de las Naciones Unidas que combate la pérdida de biodiversidad en el planeta, parte a Sumatra con una misión desesperada: encontrar argumentos suficientes para salvar la reserva de Sungai Penuh, descomunal e inexplorada, de las garras de una todopoderosa petrolera.
Mientras, en el Centro de Estudios Epidemiológicos de Londres, la doctora Eliana Colman se enfrenta a la que podría ser la pandemia más letal que el mundo haya conocido: un terrible virus cuyo origen podría encontrarse en algún lugar de Sumatra. Con el tiempo en contra, Eliana Colman no duda en partir en busca de una cura.
Los caminos de la doctora y Mario se cruzarán en lo profundo de la selva, donde emprenderán una carrera a contrarreloj en la que no solo está en juego el futuro de la reserva de Sungai Penuh, o el de esa lista de infectados. Hay algo más.
Yeti es una novela que trasgrede continuamente las fronteras del género de aventuras para internarse en el thriller, la ciencia ficción y, por momentos, el terror.