Algunos pueden suponer que están frente a un editorial que arremeterá contra los que se ocupan y preocupan por encontrar nuevas formas de rentabilizar mejor el negocio de la oficina de farmacia. Nada más alejado de la realidad. Esa debería ser una obligación básica del sector. Esa breve introducción está motivada por la constatación de que las preguntas fundamentales son viejas preguntas y que lo preocupante es que no encontremos nuevas respuestas.
Una de esas viejas cuestiones es la que se pregunta sobre nuestro destino. ¿Está escrito nuestro destino o somos nosotros los que tenemos el control de las riendas de ese caballo misterioso llamado futuro?
Repasando los viejos estudios de finales del siglo pasado sobre el futuro del sector de las oficinas de farmacia podemos comprobar que las tendencias que afectaban a ese futuro están escritas con claridad y además de una manera certera. Una certeza que veinte años después es fácil de comprobar su exactitud.
Después de una lectura exhaustiva y a modo de resumen podemos concluir que esas tendencias se refieren a Clientes, a Competidores y a Proveedores.
En cuanto a Clientes, se remarcan el aumento de la sofisticación del cliente, el envejecimiento y un claro incremento de la sensibilidad al precio, y en cuanto al cliente/financiador un radical aumento de la presión sobre el número de recetas y sobre el precio del producto financiado.
En cuanto a Competidores, se señalan el interés y la presión de grandes grupos para penetrar en áreas de negocio de la oficina de farmacia y la potenciación de canales alternativos y la aparición de productos sustitutivos del medicamento.
Por lo que se refiere a Proveedores, se mencionan la concentración de fabricantes y mayoristas y la tendencia hacia una integración vertical.
Cualquier observador objetivo puede llegar sin duda a la conclusión de que esas tendencias se han mantenido después de veinte años y que el destino de la oficina de farmacia, a no ser que creamos que ya está escrito, depende, al menos en parte, de las decisiones que el sector tome para adaptarse a ese escenario que ya nadie puede discutir. Aunque a veces algunos, quien sabe si la mayoría, se contentan con pensar que lo mejor para ser feliz es no hacerse preguntas, ni viejas ni nuevas, que al fin y al cabo lo que cuenta son los veinte años trascurridos.
Editorial
El destino
Vivimos en una sociedad que poco a poco ha ido arrinconando lo viejo, entre todos hemos elevado a los altares el mito de lo nuevo. Nos invade de una manera sutil la modernidad líquida, esa que se basa más en el negocio que en los principios, ése es el nuevo ídolo al que rendimos pleitesía, para no utilizar la metáfora bíblica de la adoración
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Francesc Pla Santamans
Farmacéutico comunitario. Director de El Farmacéutico
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Viernes, 13 Marzo 2015 20:01 publicado por Jaime
Quien resiste, ¿vence?
Con el mantra de "cobremos puntualmente", la necesaria evolución del sector se entiende por muchos como un salto sin red, mientras el tiempo pasa y lo que se logra sostener por la vía política y sanitaria se descose por el deterioro económico de las farmacias, especialmente de quienes más justifican el modelo y a su vez tienen menos herramientas comerciales para mejorar su cuenta de resultados.
Mientras se llenan editoriales y tribunas, seguimos sin avanzar ni generalmente invertir profesionalmente -ni individual ni colectivamente- en cuanto a incorporación de evidencia, formación continua, registro de actividad, y sin incentivar la orientación procedimentada hacia la mejora de resultados en salud y del uso de medicamentos.
La postergación de los cambios hará que la evolución se convierta al final en revolución, probablemente impuesta por terceros que pulsen por fin los necesarios botones regulatorios o mejoren la capacidad de suministro de la actual red.
La pelota ha estado siempre en nuestro tejado. Un tejado cada vez con más goteras pero que aún aguanta para muchos. Y mientras no nos mojemos cada uno, individualmente, no querremos arreglarlo ni tomar las decisiones necesarias. Decisiones que sabemos hay que tomar, algunas difíciles y en contra de la mayoría, y todas con riesgo.
Ayudemos a resolver los problemas de la Administración y pacientes. Se trata de avanzar y transformarnos en lo que ellos necesitan saliendo de nuestra trinchera en la que parece que estamos estancados y aún resistiendo.
No podemos decir que no estamos avisados.
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