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Además de los más de 371 millones de personas con diabetes que hay en el mundo, otros 300 millones se encuentran en situación de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Son cifras que lanza la Federación Internacional de Diabetes con motivo del Día Mundial sobre esta enfermedad, que se celebra el 14 de noviembre.

Se trata de una jornada de concienciación que viene organizándose desde 1991 por iniciativa de la International Diabetes Federation (IDF) y que las Naciones Unidas reconocieron como Día Mundial oficial a partir de 2007. La presente edición es la quinta y última integrada en la campaña para el periodo 2009-2013, que tiene entre sus objetivos fundamentales que todos los gobiernos adopten estrategias y políticas efectivas para la prevención y el control de la enfermedad, que todas las personas con diabetes reciban educación basada en la evidencia que les ayude a controlarla, y que todo el mundo conozca los signos de alerta de la diabetes, cómo prevenir y retrasar las complicaciones, y qué acciones deben adoptar para prevenir o retrasar la diabetes tipo 2.

El llamamiento de la IDF va dirigido a todos los responsables de la atención diabética para que entiendan la enfermedad y asuman su control, así como a las personas ya afectadas a las cuales se envía el mensaje de que ese control pasa por una buena educación diabetológica.

Es evidente que en este contexto el farmacéutico puede desempeñar una importante labor en muchos sentidos, un tema sobre el que trata el reportaje que se incluye en este número, con opiniones de uno de los profesionales que más ha trabajado este tema, José A. Fornos, coordinador del Grupo de Diabetes de la SEFAC, y responsable de publicaciones y proyectos de formación encaminados a que los farmacéuticos puedan mejorar la atención que prestan con sus conocimientos y recomendaciones a los pacientes diabéticos que acuden a sus farmacias.

Esa atención abarca muchas posibilidades, desde resolver dudas sobre medicación, efectos secundarios o interacciones hasta enseñar a llevar a cabo el autocontrol de la glucemia de forma efectiva, pasando por la mejora de la adherencia terapéutica, la detección de posibles casos no diagnosticados, la detección de complicaciones o los consejos sobre medidas no farmacológicas.

Muchos farmacéuticos de nuestro país han asumido esta labor y muchos pacientes son conscientes de su papel esencial. Pero no todo el mundo conoce y reconoce la importante tarea que pueden desempeñar, comenzando por las propias administraciones sanitarias y siguiendo con otros profesionales sanitarios, una situación que podría resolverse con una mejor comprensión de sus funciones y mayor comunicación entre todos. El principal beneficiado de todo ello será el propio paciente.

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